Un relato de tan sólo ocho folios ("Epílogo imperial", premiado en el Primer Certámen de Relato Corto Princesa Jaraiz en 2001) acabó convertido, siete años después, en una novela de 765 páginas publicada por La esfera de los libros. Víctor Fernández Correas, periodista y escritor, debutó con una obra extensa y rica en abundantes descripciones. Cuatro años más tarde publicó su segundo trabajo, "La tribu maldita", la cual también reseñé en este humilde blog.
"La conspiración de Yuste. Hay que matar a Carlos V" es una novela histórica perfectamente documentada en cuanto a escenarios (monasterio de Yuste, Valladolid, Garganta la Olla, Quacos, Medina del Campo o Valverde de la Vera) y personajes (desde el propio Carlos V hasta Jeromín, su hijo bastardo, que se convertirá en Don Juan de Austria en el futuro, pasando por todos los que acompañaron al Emperador en sus últimos tres años en el monasterio, así como distintos personajes relacionados con la nobleza, la Inquisición y las altas esferas de Castilla).
En su parte de ficción, que también la hay, por supuesto, sorprende el hecho de que los principales personajes de la trama, Bertrand de Brugge (Capitán de los Ejércitos Imperiales de Carlos V y encargado de su custodia en Yuste), Rodrigo Cifuentes (curtidor de Valladolid y luterano) y Martín Sanjuan (aprendiz y fiel seguidor del anterior) están igual o incluso mejor caracterizados que los reales, lo que demuestra un perfecto dominio de la realidad de la época, algo sin lo cual habría resultado imposible crear ficción a partir de ella.
Merced al magnífico trabajo de investigación desarrollado por su autor, la acción nos transportará a cualquier rincón de la majestuosa Valladolid del siglo XVI, a las callejuelas de cualquier villa de los alrededores del monasterio de Yuste, a la zona cercana al puerto de Brujas o incluso a la mismísima cámara imperial de Carlos V. Y todo ello con amplias y detalladas descripciones (en ocasiones hasta demasiadas, siendo ésta la única crítica que se le puede hacer a la novela), las cuales aportan gran realismo a cada una de las escenas.
En efecto, los últimos meses de la vida del Emperador fueron una lenta agonía a causa de la gota y otras enfermedades que fueron apagando su existencia. Pero, además, un hecho añadido convirtió dicho mal trago en algo mucho más trágico y dramático para Carlos V: las noticias que le llegaban desde Valladolid, donde fue descubierto un enorme foco luterano que inquietó sobremanera al ya de por sí debilitado monarca.
La novela narra, milimétricamente, cómo es descubierto el núcleo luterano vallisoletano, las acciones inquisitoriales para hacerle frente, los esfuerzos por dominarlo a cualquier precio y cómo algunos de los protestantes consiguieron huir hacia otros lugares. Entre ellos, el curtidor y su aprendiz. La figura de El Agrandao (Rodrigo Cifuentes) hace honor a su apodo y se convertirá en alguien capaz de poner en jaque a la Inquisición y al propio Emperador. Siempre con la inestimable ayuda de Martín Sanjuan. Ambos decidirán dar muerte al hombre más poderoso del mundo tras la tragedia sufrida por la madre del curtidor a manos de un fraile de la Inquisición que los persigue con la firme convicción de regresar a Valladolid con ellos.
Bertrand de Brugge es otro de los personajes que a todo el mundo caerá genial. Militar, sí, pero, a la vez, muy humano. Nada que ver con la típica imagen de capitanes y soldados bárbaros sedientos de sangre. Él y su sempiterno acompañante Ángel Dávila, soldado extremeño de los Ejércitos Imperiales, conocerán el valor de la amistad hasta la última escena de la novela, provocando en el lector altas dosis de emoción contenida en diversas escenas y situaciones. Lo mismo que ocurre con la relación existente entre Cifuentes y Sanjuan.
He de confesar que durante el primer tercio de "La conspiración de Yuste" me costó avanzar en su lectura debido a las numerosas y profusas descripciones tanto de personajes como de lugares. Ello la hace hasta pesada en ocasiones (algo que me pasó a mí mismo con mi primera novela, "El Círculo de las Bondades", por lo que no seré yo quien tire la primera piedra contra un compañero literario). Sin embargo, desde ese momento, la he devorado hasta el final, terminándola con un sentimiento de pena por acabar un libro que ha sido merecido objeto de mi aprecio.
En definitiva, un más que correcto debut literario de un escritor que, en "La tribu maldita", ha terminado de demostrar que debe ser tenido muy en cuenta a partir de ahora. Sin duda, la progresión alcanzada con su segunda novela le coloca como uno de los referentes a seguir. Al menos para mí.