Ganador y finalista de varios premios literarios, escritor, reseñador, entrevistador y colaborador en múltiples antologías de relatos históricos y fantásticos, el valenciano de Benigánim Javier Pellicer rinde, en su primera novela publicada (que no escrita), un sentido homenaje a los primigenios habitantes de su querida tierra valenciana: los íberos. Y, ya de entrada, he de rendirme a la evidencia: sin duda, ha escrito una magnífica novela basada en hechos reales (perfectamente documentados a través de diversos estudios, lecturas y visitas a distintos museos y a los escenarios de su historia) y en personajes reales y también ficticios.
La acción de "El Espíritu del Lince" nos sitúa en uno de esos momentos grandes de la Historia: la llegada de los ejércitos cartagineses de Amílcar y Aníbal Barca a tierras levantinas para hacerse con unas riquezas que les permitan continuar su lucha sin cuartel contra la todopoderosa Roma. Icorbeles, el Elegido, cuyo nacimiento fue tomado como una señal de los Antepasados, se propone unificar las diferentes tribus íberas para hacer frente a un enemigo común que amenaza su presente y futuro.
Sin embargo, la realidad es diferente a los deseos de Icorbeles, su familia y sus acompañantes. Y la guerra y su alto sentido de la responsabilidad hacia los designios que le han marcado como "El hijo de Iberia" pondrán en peligro todo aquello que ama desde lo más profundo de su corazón. Por supuesto, es muy complicado entender los designios de los dioses y ello hace que la vida del protagonista de la historia sea angustiosa en muchos momentos ya que debe priorizar la razón ante el corazón.
La novela nos ilustra a la perfección cómo vivían los íberos y cómo se enfrentaron al hecho de que la guerra entre Cartago y Roma se trasladara a sus tierras. También la independencia entre cada uno de los distintos reinos, que conformaban un mural de colores bien variados. A través de sus páginas conoceremos sus formas de vida y sus creencias. Y podremos contraponerlas a las de los cartagineses. Alorco y Nistan, hijos de un comerciante cartaginés que refugia a su familia en Etemiltir, en la casa de Icorbeles, provocarán en éste sentimientos encontrados a lo largo de la historia. Sin embargo, la crianza conjunta provocará un hermanamiento y un amor jamás conocidos por ninguno de ellos en sus vidas.
Por desgracia, la llegada de la guerra a territorio íbero hará que Icorbeles haya de hacer frente a su propio corazón, llegando a luchar contra el ejército en el que su "hermano" Alorco presta sus servicios a la familia Barca, benefactora de la suya. Incluso llegarán a coincidir cara a cara en alguna de las batallas tan magistralmente narradas por Javier. Es por ello que "El Espíritu del Lince" proporciona momentos de máxima tensión y emotividad que no dejarán a nadie indiferente, le introducirán de lleno en las escenas y situaciones y le harán tomar partido por uno u otro bando y hasta no estar de acuerdo con las decisiones tomadas por sus protagonistas. En definitiva: el lector se verá obligado a devorar las páginas para conocer el desenlace de la historia.
En ella hay lugar para aprender sobre geografía (pues aparecen asentamientos tan conocidos en la actualidad como las ciudades de Arse (Sagunto), Saití (Xátiva) y Edeta (Llíria) o pequeños caseríos fortificados como Etemiltir (Castellet de Bernabé)), sobre las características personalidades de los generales cartagineses (Amílcar y Aníbal Barca o Asdrúbal Janto), sobre el amor, la lealtad, el honor y la amistad sin condiciones (la cual protagonizan personajes como los referidos anteriormente e incluso, entre otros, Azarbaal o Sifag, respectivamente servidores de las familias de Icorbeles y de Alorco y Nistan) e incluso sobre el íntimo respeto y hasta admiración recíproca que pueden llegar a sentir dos enemigos tan acérrimos como Aníbal e Icorbeles.
Uno de los puntos fuertes de una novela a la que no le he encontrado débiles es el hecho de colocar a multitud de sus protagonistas ante dilemas morales y éticos que hacen estremecer y emocionarse al lector, llevándole de la alegría a la tristeza, de la esperanza a la desesperanza, de la ternura más exquisita a las ansias por que un personaje llegue a matar a otro de la manera más cruel posible, del amor al odio. Es decir, que estamos ante una historia que hace sentir al lector parte de la trama: sufrirá, reirá, llorará, disfrutará y hasta se entristecerá al acabar su lectura. Por cierto, con un desenlace final realmente sorprendente.
Y eso es, para mí, lo más grande de "El Espíritu del Lince": que hará sentir pena al lector al llegar a su finalización. Es por esto que uno agradece, y mucho, la iniciativa de Javier Pellicer de poner a disposición de cualquier persona contenidos extra en la web del libro. La antología de relatos "Las crónicas perdidas" debe ser leída tras la novela, jamás antes, pues nos acerca a aspectos no profundizados en la novela, los cuales nos ayudan a completar un maravilloso puzzle. Sin duda, una buena guinda para este magnífico pastel que es la lectura de "El Espíritu del Lince".
Booktrailer de la novela
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