La noche del 17 de mayo de 2012 ha entrado, por méritos propios, en la historia del rock épico springsteeniano en la ciudad condal. Como aquel 16 de octubre de hace diez años que quedó inmortalizado para siempre en el DVD Live In Barcelona del Palau Sant Jordi. Un total de 29 canciones durante 3 horas y 10 minutos de concierto hicieron levitar a los más de cincuenta mil espectadores que habían agotado las entradas hacía casi seis meses.
Un honesto y entregado Bruce hizo, como siempre, las delicias de la legión de seguidores que le siguen - y casi le persiguen - allá adónde haga falta para poder compartir con su ídolo tres horas de alegría, felicidad y amistad. Porque, como siempre, el Boss demostró que es un amigo de sus fans. No en vano, como siempre, toca cada noche como si fuera la primera y la última de su vida. Sabe que en cada concierto hay alguna persona que acude a escucharle por vez primera. Y ello le motiva para dar lo máximo de sí mismo y hacer de cada concierto algo especial. Y cuando digo como siempre no me refiero a algo monótono, repetitivo ni aburrido. Dichos calificativos están a años luz de poder ser utilizados en referencia al de New Jersey.
Y sus fans lo sabemos. Y también nos entregamos al máximo, produciendo un efecto de retroalimentación con el músico de Asbury Park, que ya ronda los 63 años de edad aunque parezca que para él no pasen los años. Más bien, somos los demás los que vamos notando que cada vez nos cuesta más aguantar el endiablado ritmo rockero de este genio incansable. Su hambre de hacer música, repartir felicidad y sembrar semillas de épica leyenda allá por donde pasa parecen no tener límite.
De los veintinueve temas interpretados fueron diez los diferentes respecto al anterior concierto en Las Palmas de Gran Canaria, lo que demuestra nuevamente su gran capacidad de sorpresa e improvisación y sus ansias de dar siempre algo distinto a sus fans. Desde "Badlands", que abrió el espectáculo, hasta "Jack of all trades", todo transcurrió más o menos en la línea habitual de los conciertos de la presente gira. Eso sí, nos regaló, por primera vez en España, "Talk to me", un tema de 1978 nunca antes disfrutado en directo en nuestro país.
La segunda hora del concierto se abrió de forma apoteósica con "Youngstown" (magistral el solo de guitarra de Nils Lofgren dando vueltas sobre sí mismo como si fuera víctima de un ataque de rabia desbocada), una versión salvaje de "Murder Incorporated" (colosales los solos de Steven Van Zandt, Bruce y nuevamente Nils), "Johnny 99" (del álbum "Nebraska"), el estreno en esta gira de "You can look (but you better not touch)" y una enorme interpretación de "She´s the one". Esa media hora fue, en mi modesta opinión, de lo mejor del concierto.
Para entonces el guión habitual de la gira ya había sido abandonado por Bruce y una E Street Band que casi improvisaban sobre la marcha. Así, llegó otro de esos momentos para el eterno recuerdo de los allí presentes: una más que emotiva "The river", "Prove it all night" (¡con la intro utilizada en la gira "Darkness on the edge of town" de 1978!) y "Hungry Heart". Y, cuando parecía que la primera parte del concierto llegaba a su fin tras una magistral "We are alive", llegó otra de las agradables sorpresas de la noche: ni más ni menos que "Thunder road". El éxtasis llegaba a cada rincón del estadio Olímpico barcelonés.
A estas alturas seguir el ritmo de este mago de las guitarras y sus compadres resultaba ya toda una odisea. Así, se agradeció (y mucho) que los bises comenzaran con la balada "Rocky ground". Todos respiramos unos minutos. Pero ahí terminó el descanso. Para terminar el concierto, los músicos enlazaron, seguidas, una inmensa "Born in the USA", la electrizante "Born to run", la exultante "Bobby Jean", una nueva versión guitarrera del clásico "Dancing in the dark" y "Tenth avenue freeze-out", en cuyo ecuador se rinde en esta gira un merecido homenaje al Big Man Clarence Clemons, fallecido el pasado mes de junio.
Música aparte, a lo largo del concierto Bruce se acordó también de Danny Federici, otro compañero de la E Street Band desaparecido en abril de 2008 ("si nosaltres som ara aquí, ells també están aquí amb nosaltres"), su mujer Patti Scialfa (que "es a casa amb els nens"), de todos los desfavorecidos ("a tots els que han perdut els seus treballs i cases. Dediquem aquesta cançó ("Jack of all trades") als indignats del 15-M i als que lluiten a Catalunya") y de Donna Summer, fallecida pocas horas antes del show (a la salida de la banda al escenario sonó de fondo su tema "Last dance").
En definitiva, un CONCIERTO con mayúsculas. Algo difícil de repetir (o no, porque nunca se sabe lo que puede llegar a ser capaz de hacer este jovencito de casi 63 años). En noches como la pasada uno no puede dejar de recordar aquella genial frase de que "existen dos tipos de personas: los fans de Springsteen y los que jamás le han visto en directo". Lo dicho, todavía quedan los conciertos de Madrid y San Sebastián en junio y el de esta misma noche en Barcelona (sí, hace doblete en la capital catalana). Mi consejo es que no te lo pierdas. Yo le vi anoche por novena vez. Y ya pienso en la décima... Larga vida al rock y larga vida al Boss!