Comentó Víctor del Árbol hace unos días en una entrevista con motivo de la presentación de Por encima de la lluvia que con esta novela, en la que nos cuenta una historia arrolladora sobre el valor de vivir siempre intensamente, no pretende otra cosa que arañar el alma del lector. Cuestión que enlaza este nuevo trabajo con cualquiera de sus anteriores. Por algo se le conoce como el escritor del dolor. Etiqueta de la que siempre huye, por otra parte. Como de toda clase de clichés y tópicos. Especialmente en un momento tan convulso como el actual, en el que la sinrazón de unos y otros nos está llevando, a todos, hacia el abismo.
Soy absolutamente sincero si afirmo que cada vez me cuesta más reseñar una novela de este escritor extremeño-barcelonés. Y esto es así por varios motivos. En primer lugar, porque un buen comentario sobre una obra debe ser lo más imparcial y objetivo posible. Algo complicado cuando se conoce en persona a un autor con el que se comparten muchas posiciones e inquietudes literarias, políticas y sociales. Aspecto, este, de gozosa existencia pero difícil salida y resolución a la hora de abordar, desde la distancia apropiada, sus escritos. Porque cualquier reseñador que se precie de serlo, ante todo, debe ser y parecer creíble.
En segundo lugar, porque todas y cada una de sus historias tienen las mismas estructuras, unos personajes diseccionados hasta el más invisible de los detalles físicos y psicológicos, unas tramas secundarias y principales que se desarrollan en diferentes épocas y lugares y que acaban confluyendo en un punto común decisivo y unas temáticas también similares que nos introducen en las mentes de los protagonistas, los ambientes de los lugares y en la necesidad de vivir a toda costa, pese al peso de esas mochilas llenas de hechos pasados que en no pocas ocasiones pueden lastrar también nuestro futuro.
Y el tercer motivo que explica lo costoso de escribir sobre una de las obras de este autor es la necesidad de no desvelar demasiado sobre la historia del libro en cuestión. La complejidad de las obras de del Árbol es tal que resulta casi imposible entrar en materia sin hablar de más. Algo que, obviamente, tampoco conviene hacer jamás. Aclarado, pues, todo lo anterior, paso a contaros mis impresiones sobre Por encima de la lluvia, la nueva novela del Premio Nadal 2016 por La víspera de casi todo y autor, además, de Un millón de gotas (2014), Respirar por la herida (2013), La tristeza del samurái (2011), El abismo de los sueños (finalista del Premio Fernando Lara en 2008, todavía inédita) y El peso de los muertos (Premio Tiflos 2006).
Seguramente se habrá preguntado el lector qué puede tener de especial una novela que presenta la misma estructura, unos personajes similares que arrastran pesadas cargas y siempre sufren y unas descripciones ambientales que tanto recuerdan a las anteriores del mismo autor. ¿Puede resultar finalmente todo esto un tanto cansino, tal vez? Para nada. La respuesta a esta situación es muy sencilla: la estructura de la historia es la misma porque lo que funciona a las mil maravillas no necesita ni debe ser cambiado; los personajes sufren, sí, pero cada vez de manera distinta y por motivos nuevos y diferentes; y los ambientes tampoco son los mismos y nos transportan a lugares que no conocemos al iniciar la lectura pero sí al final gracias a unas descripciones minuciosas y efectivas.
Sin embargo, hay otros motivos de mayor peso que siempre nos invitan a leer a este autor. Es genuino, original y auténtico. Y también optimista. Porque, pese a que a primera vista sus obras pueden parecer oscuras y deprimentes, lanzan mensajes positivos que conviene no pasar nunca por alto. Vivir siempre intensamente no es fácil. Del Árbol lo sabe. Y, no obstante, mediante un lenguaje de extremos (que oscila entre una prosa casi poética y otra cruda, dura y desgarradora) nos conduce por senderos que nos llevarán hacia la redención personal e incluso colectiva. Algo tan necesario y urgente en la época oscura que vivimos.
Miguel y Helena provienen de familias que pertenecieron a mundos diferentes y a colectividades enfrentadas durante la Guerra Civil y la posguerra. Sin embargo, logran alcanzar una relación plena, con sus necesarios altibajos, que los hará descubrir que, pese a su ancianidad (principio de alzheimer en el caso de Miguel), la vida no termina hasta el último aliento. Y que, hasta ese instante final, siempre es posible alcanzar nuestros sueños o superar nuestros peores temores. Así, Miguel perderá su miedo a volar, mientras que Helena aprenderá a nadar. Metáforas, ambas, que vienen a indicarnos que nunca es tarde para vivir, por terrible que haya sido nuestra existencia hasta ahora.
Por encima de la lluvia muestra también la singularidad de apartarse ligeramente de sus obras anteriores en el sentido de la temática o temáticas de la trama principal. En la secundaria, por contra, sí es cierto que encontramos una historia al más puro estilo de la novela negra. Es la que tiene lugar en Malmö, Suecia. La trama española nos habla de la barbarie de la guerra --los moros de Franco, la construcción del Valle de los Caídos, la vida de los soldados españoles en el norte de África y el eterno odio hacia el contrario-- y de temas como la falsa creencia de que a los viejos hay que apartarlos de la sociedad, la soledad en la ancianidad, el alzheimer, los malos tratos o la corrupción. Absolutamente todos los protagonistas son personas comunes que pueden llegar a ser extraordinarias.
Estamos ante una novela que ayuda al lector en diferentes aspectos de la vida cotidiana. Pero también debería ayudar al autor. No hace mucho, del Árbol afirmó que le aterra la sola idea de pasar a la historia como el autor de Un millón de gotas. Pues bien, a tenor de esta última novela, puede estar tranquilo y considerarse a sí mismo por encima de la lluvia. Porque el conjunto de historias entrelazadas que la componen supone un paso más en una carrera literaria que todo el mundo debería conocer y compartir. Como trata de hacer servidor con esta humilde reseña.