Un viejo y enorme abrigo y unas rudimentarias marionetas pueden cambiar la vida de las personas: acompañarlas y servirles de estímulo incluso en las peores situaciones imaginables (o inimaginables). Eva Weaver, alemana asentada en Inglaterra desde se juventud, debuta con esta primera novela, en la que, quizás, intenta quitarse de encima el peso de la losa que muchos germanos sienten sobre sus espaldas pese a haber nacido mucho tiempo después de terminar la II Guerra Mundial.
Con una narrativa directa, sencilla y fácil de leer la escritora alemana construye una historia ficticia basada en escenarios reales (el gueto de Varsovia durante la ocupación nazi y los gulags siberianos de Stalin) que contiene interesantes reflexiones sobre los sucesos acaecidos durante la II Guerra Mundial y los años posteriores. Una novela que cabe leer y analizar con gran atención.
"Todo lo que cabe en los bolsillos" tiene tres partes diferenciadas en cuanto a temática y técnica narrativa. En la primera de ellas, que ocupa dos tercios de su longitud y está narrada en primera persona, Mika cuenta a su nieto Danny un secreto que no conoce nadie, incluida su propia hija Hannah (madre de Danny): su vida como titiritero en el gueto de Varsovia y su relación con Max, un soldado alemán destinado en la capital polaca, con quien se encontró un buen (o mal) día. El alemán sentirá por él una fuerte atracción (le recuerda a su propio hijo, de su misma edad) y le proporcionará pan, mermelada y una cierta protección ante el resto de soldados del III Reich a cambio de que actúe para ellos en sus barracones. Las marionetas salvan a Mika en diversas ocasiones.
Sin embargo, en el verano de 1942, el día antes de comenzar las deportaciones a Treblinka, el nazi y el joven Mika se despiden. El titiritero le ofrenda una de sus marionetas (el "doctor"), aunque Max habría preferido llevarse al "príncipe". No obstante, tras un nuevo encuentro, días después, como agradecimiento, el referido títere acabará en las manos del alemán tras salvar de la deportación a la madre y a la tía de Mika. Tras la guerra, el titiritero logra huir hasta Nueva York, donde vive el resto de su longeva vida.
La segunda parte de la novela, escrita ya en tercera persona, narra el viaje del "príncipe" hasta los gulags siberianos. Una vez liberada Varsovia por los soviéticos los soldados nazis capturados fueron enviados a trabajos forzados al gran territorio de la nieve del norte soviético. Los alemanes viajaron en el mismo tipo de trenes en los que antes habían sido trasladados a los campos de concentración y exterminio los judíos, lo cual hará reflexionar ampliamente a Max: "se cosecha lo que se siembra".
La historia se repetirá: las marionetas, que habían salvado la vida de Mika en el gueto de Varsovia, también conseguirán poner a salvo a Max en el gulag. La figura del "príncipe" llegará a tener tanta importancia en la historia narrada como los propios Max y Mika. Personajes y marionetas están descritos de una manera soberbia, lo que otorga a la acción todavía una mayor verosimilitud.
Respecto a la tercera y definitiva parte de la historia, escrita de nuevo en tercera persona, no creo conveniente desvelar su contenido porque pienso que debe ser el lector quien descubra y viva con emoción estas últimas páginas. Simplemente diré que contiene escenas y sentimientos muy emotivos, aunque el final sea un poco previsible.
Precisamente, esta es la única nota no tan positiva de un libro muy bien construido y documentado en el que aparecen, como secundarios, personajes reales que también tienen una gran importancia en mi primera novela, "El Círculo de las Bondades", como Janusz Korczak (pedagogo, escritor y director del orfanato de la calle Krochmalna), Mordejai Anilevich (líder del ZOB, quien comandó la rebelión judía en abril de 1943), Emanuel Ringelblum (historiador que recopiló los archivos conspiratorios anti-nazis denominados "Oneg Shabbat") o Irena Sendler (magnífica, querida y poco reconocida protagonista principal de mi obra de debut, salvadora de más de dos mil quinientos niños judíos del gueto).
Mucho se ha escrito sobre el tema a lo largo de los últimos setenta y tantos años. Y muchas son las obras de referencia. Por lo apreciado, tanto Eva Weaver como yo hemos utilizado bastantes y muy parecidas. Por todo ello, no puedo concluir esta reseña sin recomendar la lectura de esta obra, también de debut, sobre unos acontecimientos que jamás deberían haber ocurrido y que tampoco debían repetirse (y, sin embargo, por desgracia, sí lo hacen...).