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miércoles, 20 de marzo de 2013

Argo. Ben Affleck. Un nuevo ejemplo de propaganda de Hollywood




     Basada en hechos reales, la oscarizada película dirigida por Ben Affleck narra los acontecimientos acaecidos en Teherán (capital de Irán) durante la revolución iraní encabezada por el Ayatolá Jomeini. En noviembre de 1979 un grupo de seguidores del Ayatolá asaltaron la embajada de los EE.UU. y tomaron a 54 rehenes, todos ellos trabajadores de la citada embajada. Otros seis escaparon y fueron escondidos por el embajador de Canadá, Ken Taylor, durante tres meses. No salieron de la casa de Taylor ni un solo minuto en todo ese tiempo.
 
     La causa de tal situación fue la negativa estadounidense a extraditar al Sha de Persia a Irán para que fuera juzgado por el nuevo gobierno iraní. La respuesta de la CIA: organizar una misión casi-suicida a cargo del rescatador Tony Méndez para hacer pasar a sus seis compatriotas por miembros de un equipo de cinematógrafos canadienses que buscaban localizar exteriores para filmar una película de ciencia-ficción denominada "Argo". A tal fin, la diplomacia canadiense expidió falsos documentos a los seis norteamericanos.
 
     El film de Affleck es una gran película, sin duda. Muy bien ambientada, con una documentación amplia, un vestuario fiel reflejo del ochentero y una puesta en escena magnífica. Su nominación como mejor película de 2012 es muy merecida. No obstante, sin duda alguna, yo se lo habría dado a "Los Miserables". "Argo" es un film magnífico. "Los Miserables" una obra maestra que todos recordaremos por siempre jamás. A los norteamericanos la Revolución Francesa les queda muy lejos. Ellos prefieren ser los mejores del mundo. Siempre.
 
     Sin embargo, como suele suceder en la gran mayoría de productos hollywoodienses, no es oro todo lo que reluce. El propio embajador canadiense, Ken Taylor, ha manifestado que al ver la peli se dijo: "ojalá hubiera estado allí". Taylor entiende que Hollywood ha minimizado el papel jugado por la diplomacia canadiense (él mismo hizo mucho más que servir vino y abrir y cerrar la puerta de su casa) para otorgar todo el protagonismo al experimentado rescatador de la CIA. El embajador convenció a Ottawa para expedir los pasaportes falsos y proporcionó a la CIA una ingente cantidad de informaciones de inteligencia que fueron muy útiles a la agencia estadounidense a la hora de preparar el rescate.
 
     Además, Patricia, la esposa de Taylor, asegura también que "la película es un gran entretenimiento, pero si distorsiona tanto la realidad, me pregunto qué sabrán las generaciones venideras de lo que ocurrió realmente allí". Su esposo añade que "disfruté trabajando con Tony Méndez. Era un hombre muy inteligente y valiente. Pero estuvo en Irán un día y medio y nosotros vivimos con los diplomáticos estadounidenses tres meses". Pese a ello, Affleck no les consultó a ellos nada hasta que la película estuvo terminada. Curioso, ¿verdad? 
 
     Cuando "Argo" fue estrenada en el festival de Toronto, Taylor y su esposa no fueron invitados. Además, al embajador no le gustó que la cinta sugiriera que al ser una operación de alto secreto Canadá se llevó el mérito que en realidad correspondía a la CIA. Como compensación, el director le permitió escribir uno de los títulos de crédito que aparecen al final de la película: "La participación de la CIA completó los esfuerzos de la embajada canadiense para liberar a los seis estadounidenses retenidos en Teherán. Hasta la fecha la historia permanece como un ejemplo de cooperación internacional entre gobiernos". Por si todo ello fuera poco, Patricia lamenta la imagen que del pueblo iraní da la cinta de Affleck: "No son tan fanáticos como refleja la película y sin ellos hubiera tenido muchas dificultades".
 
     Todos sabemos que el aparato de propaganda estadounidense es el mejor del mundo. Si a todo lo anterior unimos que las relaciones USA-Irán no son las mejores en la actualidad tendremos el caldo de cultivo que ha propiciado la filmación de esta película. La respuesta iraní ha sido clara: el gobierno de Ahmadinejad ya ha anunciado que demandará a Affleck al entender, como la esposa del embajador canadiense, que la imagen que se da del pueblo iraní es "poco realista y muy violento". Y ha añadido que "supone una violación de las normas internacionales culturales" y que "la concesión del Óscar es un ataque propagandístico contra nuestra nación y contra toda la humanidad".
 
     En conclusión: basada en hechos reales, sí; pero con tal distorsión de la realidad pura y dura y en un contexto como el presente, sólo deja contentos a los de siempre: a los estadounidenses. Una vez más, ellos son los héroes y los demás los que les ayudan o los radicales. Gran película, sí; pero también un nuevo ejemplo de propaganda yankee hollywoodiense en el momento más indicado. Aún así: debe verla todo el mundo. Aunque sólo sea como un mero entretenimiento sin más pretensiones históricas...