LIBROS

LIBROS

miércoles, 9 de enero de 2013

Los Miserables. Tom Hooper. 2012. Reseña





 
     Adaptar a la gran pantalla un musical exitoso que se ha representado en 42 países y en 21 idiomas diferentes a lo largo de los últimos 27 años es cuanto menos arriesgado. Para ello es necesario contar con lo mejor de lo mejor. Y así se ha hecho con "Los Miserables". Tom Hooper (ganador del Óscar por "El discurso del rey") dirige a un gran elenco de estrellas (Hugh Jackman, Russell Crowe, Anne Hathaway, Helena Bonham Carter o Sacha Baron Cohen) para conseguir un film arrollador desde la primera escena.
 
     Sobre la épica historia que escribió Victor Hugo no voy a añadir nada pues es una novela que todo el mundo debería leer y conocer. Sólo reseñar que es un alegato sobre multitud de valores humanos que en nuestra sociedad (y en la que vivió también su autor) cada vez cuestan más de encontrar. Un motivo más para leerla, escucharla o verla.
 
     No es fácil plasmar más de mil páginas en una película de dos horas y media. Y, sin embargo, estoy firmemente convencido de que se ha logrado. Sin duda, varios factores ayudan a alcanzar tan magno logro. El fin de este artículo es, precisamente, abordar los puntos fuertes de esta super-producción: guión, música, escenografía-maquillaje, letras de canciones, etc.
 
     William Nicholson ("Tierras de penumbra", "Búho gris" y "Gladiator") es el encargado del guión de la película. Eso sí, con la colaboración de Alain Boublil (productor del musical de la obra), Claude-Michel Schonberg (compositor de los temas musicales del montaje teatral) y Herbert Kretzmer (letrista de los temas del musical, trabajo que le valió el Tony y el Grammy en 1987). Es decir, Tom Hooper se ha rodeado de los creadores del musical y ha sabido juntar sus experiencias en los teatros para crear un maravilloso espectáculo visual y sonoro.
 
     Si a todo ello sumamos una puesta en escena sublime, unos escenarios grandilocuentes mimados hasta el más mínimo detalle (sólo ver la última escena provoca conmoción en el espectador), un maquillaje fantástico (reconocer a Hugh Jackman en las primeras escenas llega a costar Dios y ayuda) y un tratamiento musical que pone los pelos de punta durante todo el metraje llegamos a la conclusión de que la versión cinematográfica del musical es realmente excepcional. ¡Y qué decir de Cameron McKintosh! El productor de "El fantasma de la ópera", "Cats" y "Los miserables", los tres musicales que más tiempo han permanecido en cartel en toda la historia, vuelve a estar magistral.
 
     Sin duda, lo que más ha llamado mi atención de esta película es cómo se rodó y grabó. Las interpretaciones de los actores son emocionantes hasta la médula, cantando directamente a la cámara, la cual les sigue durante planos que llegan a durar varios minutos seguidos. Sólo este hecho habla de la extremada dificultad de rodar todos estas secuencias. Y, además, cantando con un poderío al que no están acostumbrados actores que no se dedican a los musicales en su trabajo habitual. Las escenas en las que Jackman (Jean Valjean) y Hathaway (Fantine) cantan y lloran a la vez son realmente conmovedoras hasta poner los pelos de punta.
 
     Respecto a los actores lo más sorprendente ha sido la gran actuación de Hugh Jackman, actor al que yo no consideraba top hasta ver su interpretación en este film y ante cuyos dotes he de rendirme pues me ha convencido total y absolutamente. El cásting, desde luego, es soberbio. Incluidos los mesoneros Thénardier, encarnados por Helena Bonham Carter y Sacha Baron Cohen (magistrales ambos en unos papeles oscuros y surrealistas como pocos), Cosette y Marius (Amanda Seyfried y Eddie Redmayne, quizás, este último, el que menos me ha convencido en su papel) y Eponine (Samantha Barks, para mí, la gran revelación de la película).
 
     En definitiva, una película recomendable para todo el mundo, incluso para quienes no sean amantes de los musicales. Y lo escribe alguien que en el primer cuarto de hora se asustó al comprobar que era tan musical que apenas incorporaba unos pocos diálogos (no cantados). Al final, sin embargo, hasta se hace corta pese a sus dos horas y media de metraje. Sin duda, estamos ante una obra de arte mayúscula: de lo mejor que he visto en cine en muchísimo tiempo. Unas de esas joyas por las que uno no vería con malos ojos volver a pagar una entrada de cine para visionarla de nuevo antes de su retirada de cartel.
 
     La obra de Victor Hugo termina con la frase "mientras haya en la tierra ignorancia y miseria, libros como éste podrían no ser inútiles". No puedo estar más de acuerdo. Y añado también el musical reseñado. Aún más por el hecho de subtitular las letras, dejando escuchar las voces de los actores.