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miércoles, 11 de enero de 2012

Arnaldo Otegi y el Premio Nobel de la Paz


     La noticia saltó a todos los medios digitales ayer por la mañana. Evidentemente, no estamos ante una inocentada, pues ayer era 10 de enero, sino ante algo muy grave y, sobre todo, muy serio. Una supuesta campaña de la izquierda abertzale busca la proposición de Arnaldo Otegi como candidato al próximo Premio Nobel de la Paz por su contribución al proceso de paz en el País Vasco. Como era de suponer, la polémica se ha expandido como la pólvora por doquier. Sobre todo en las redes sociales de moda.

     Otegi, de 53 años de edad, cumple actualmente diez años de condena por pertenencia a banda armada en calidad de dirigente. Militante activo, durante años, de ETA político-militar, también perteneció a las formaciones políticas Batasuna, Herri Batasuna y Euskal Herritarrok, ilegalizadas en 2002 por considerar que estaban bajo la tutela de la banda armada. Licenciado en Filosofía y Letras, casado y con dos hijos, niega su nacionalidad española y se considera vasco. Fue parlamentario por HB y EH.

     Nomenclaturas aparte, Otegi es un terrorista, un asesino, un criminal. Directa o indirectamente, es responsable, ejecutor y/o incitador, de la pérdida de numerosas vidas humanas. Y está en la cárcel por méritos propios. Además, ha hecho explotar gasolineras, ha robado coches a mano armada (usados luego para matar, secuestrar o extorsionar a seres humanos), ha asaltado el gobierno militar de San Sebastián, ha liberado a presos de hospitales, ha participado en varios secuestros (como los de Francoise Marhuenda, Javier Rupérez o Luis Abaitua) y ha tomado parte en numerosos actos en favor de compañeros etarras (siendo condenado por enaltecimiento del terrorismo por varias causas, como la de 2005, cuando participó en un acto homenaje a José María Sagardui (Gatza), el preso de ETA que más tiempo llevaba encarcelado).

     Ciertamente, no estamos ante un hombre que haya hecho méritos para recibir un Premio así. No obstante, es innegable que dicho galardón se ha devaluado sobremanera en los últimos años. Que personajes como Mahatma Gandhi (nominado hasta en cinco ocasiones) o Irena Sendler (nominada en 2007) no lo hayan recibido y sí Henry Kissinger, Al Gore o el propio Barack Obama (que incumple sus promesas electorales sobre el cierre de Guantánamo, que estos días cumple diez años, y ordenó y preparó, en 2011, los asesinatos de Bin Laden y Gadafi) dicen muy poco en favor de una institución que en otros tiempos no se preocupaba de intereses más o menos oscuros sino de valores humanos, premiando a la Madre Teresa de Calcuta, Martin Luther King, Andrei Sakharov, Lech Walesa o Nelson Mandela. 

     Por eso, entre las reacciones a la propuesta de Otegi se han levantado voces que, sin defenderla, critican a la institución noruega. Así, Fernando Savater, ha afirmado que "ha habido algunos Premios Nobel de la Paz que han sido casi tan malos como Otegi". Otros han comentado que "dar el Nobel a Otegi es como dárselo a Obama o a Kissinger". El debate está en la calle y en las redes sociales. Sin duda, el solo hecho de aceptar su pre-candidatura significaría el fin del poco crédito que todavía le queda al Comité Nobel Noruego. Antes que eso, convendría dejar desierto el galardón de este año, algo que ya ha ocurrido en diecinueve ocasiones a lo largo de sus más de ciento diez años de historia. 

     Otras reacciones a la noticia son las siguientes: Patxi López, lehendakari vasco, la califica de "sarcasmo"; la eurodiputada Teresa Jiménez Becerril, hermana del dirigente del PP andaluz, Alberto Jiménez Becerril, asesinado por ETA en 1998, ha afirmado que "por encima de mi cadáver. Moveré cielo y tierra en las instituciones europeas para que la Academia no premie al ex-portavoz de Batasuna"; Ángeles Pedraza, presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorimo (AVT), la tilda de "una inocentada de muy mal gusto" al tiempo que culpa de esta situación a las últimas acciones del gobierno español saliente; y Teo Uriarte, ex-miembro de ETA juzgado en el histórico proceso de Burgos, ha pedido que no se tome como una broma la candidatura puesto que "parece seguir el esquema de lo que sucedió en los procesos de paz de Sudáfrica e Irlanda del Norte". Según él, las negociaciones de ETA con José Luis Rodríguez Zapatero han propiciado que el entorno de Batasuna haya logrado "un prestigio evidente en los sectores alternativos de las Naciones Unidas y en otros círculos de decisión y poder".

     ¿Será este tema un legado más de las malas gestiones realizadas por ZP, Rubalcaba y sus compañeros? Esperemos que sí, aunque nunca se sabe. Lo que está claro es que, si le da el Nobel de la Paz a un terrorista, la Academia estará acabada. A lo mejor, por esas nos salvamos...