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miércoles, 14 de septiembre de 2011

El merecido descrédito de Obama


     El primer presidente afroamericano de la historia de los EE. UU. y Premio Nobel de la Paz, Barack Obama, vive uno de sus peores momentos desde que es el máximo mandatario del país hegemónico mundial. La incertidumbre económica, el aumento del desempleo, las guerras libertarias en defensa de la paz y la seguridad mundiales y las demasiadas promesas electorales incumplidas en los casi tres años de su mandato están provocando que buena parte de quienes le llevaron a la Casa Blanca en enero de 2008 estén reconsiderando seriamente volver a hacerlo en las próximas elecciones presidenciales de noviembre de 2012.

     Recientemente, el presidente ha comunicado que invertirá 300 mil millones de dólares para desarrollar políticas de creación de empleo. La tasa de paro en su país se acerca peligrosamente al 10 por cien de la población activa, cifras no conocidas en los últimos años. La incapacidad de los congresistas a la hora de acordar un plan para reducir el déficit y luchar contra la deuda, que casi alcanza el 100% del PIB nacional, le han llevado a tomar medidas desesperadas para que su índice de popularidad no caiga en picado a 14 meses escasos de las elecciones. El pasado mes de agosto fue degradada la nota de la deuda federal, sin duda, un duro golpe que había de conllevar dichas medidas de urgencia.

     Curiosamente, una de sus promesas electorales incumplidas habría supuesto generar miles de puestos de trabajo para sus conciudadanos. Efectivamente, una de sus propuestas más firmes fue la reducción de emisiones de gases contaminantes. En la campaña llegó a afirmar que iba a invertir 15 mil millones de dólares anuales para promover el uso de energías más limpias, lo cual habría supuesto la creación de multitud de nuevos puestos de trabajo en el sector energético norteamericano. Y, de paso, podría haber significado un gran impulso en relación al tema del cambio climático. Sin embargo, de lo prometido, nada de nada.

     Por todos es sabido que EE. UU. es uno de los países con mayor inmigración en el mundo. Pues bien, otra de sus promesas incumplidas, que le valió numerosos votos en las pasadas elecciones, fue la aprobación de la reforma migratoria, la cual iba a permitir la residencia permanente en territorio norteamericano a millones de indocumentados. No obstante, la realidad ha sido bien distinta, produciéndose deportaciones masivas fuera de las fronteras del país.

     La Ley de la reforma de la salud se presentó como un gran paso adelante en la búsqueda de una mayor protección de los derechos sanitarios de los estadounidenses. Y lo fue realmente. Pero el hecho de que se debatiera a puerta cerrada hace pensar que el peso de las grandes empresas farmacéuticas mundiales se dejó notar en la toma de deciones final, dejando el efecto de dicha reforma muy por debajo de lo buscado en un principio.

     No obstante, las dos grandes causas de su descrédito (no solo en EE. UU. sino en el resto del mundo occidental) han sido, sin duda, las guerras y el campo de Guantánamo. El campo de detención ubicado en una base norteamericana de Cuba iba a ser cerrado en un año a más tardar. O eso prometió Obama en 2008. Pero en lugar de su cierre, el presidente promovió nuevos juicios militares contra prisioneros considerados sospechosos de atentar contra la seguridad y los intereses de los estadounidenses. Así, continúa la flagrante violación de los derechos humanos, como diversas ONG´s (sobre todo Amnistía Internacional) se han cansado de denunciar sistemáticamente.

     La rápida retirada de los soldados estadounidenses de Irak y Afganistán fue otro de los pilares de la campaña electoral demócrata. Curiosamente, también en un plazo de un año, Irak iba a estar preparado para afrontar su presente y futuro sin necesidad de presencia de tropas extranjeras. Un año después, continuaban las tropas norteamericanas, aunque descendiendo en número (de 140 mil a 111 mil soldados).

     No poca gente criticó el hecho de que el presidente recibiera el Premio Nobel de la Paz en 2009, apenas un año después de llegar a la presidencia. Paradójicamente, una de sus primeras medidas posteriores a la aceptación de este galardón fue doblar la presencia de sus tropas en Afganistán (de 35 mil a 70 mil soldados). Curioso hecho, ¿verdad? Pues bien, esto se completa con otros datos igualmente curiosos. El bloqueo económico, comercial y financiero de Cuba, el más prolongado de la historia de la humanidad, continúa bajo el mandato de Obama. Así, el 11 de marzo del presente año, mientras el mundo miraba horrorizado los desastres naturales acaecidos en Japón, el presidente pedía al Congreso aumentar el presupuesto para realizar acciones contra la vecina isla. Y, en mayo, se impedía que los cubanos compraran fármacos para tratar a niños con problemas cardíacos. ¿Es así como debe actuar un personaje premiado con un Nobel de la Paz?

     Si a todo lo anterior añadimos la supuesta, y más larga de lo previsto, guerra humanitaria-petrolífera de Libia para acabar con el asesino Gadafi y los escándalos destapados por Wikileaks acerca de las atrocidades cometidas por los soldados norteamericanos en Irak, que llevaron a la cárcel al soldado Bradley Manning (tratado como un auténtico animal en las prisiones militares a las que ha sido llevado sucesivamente), tenemos suficientes elementos de juicio como para tener bien claro que Obama, si quiere aspirar a renovar su mandato en noviembre de 2012, debe rezar mucho...como nunca...