El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5:30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo. Así comienza una de las novelas más representativas e imprescindibles de la literatura contemporánea. El Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez realiza en esta novela corta --apenas un centenar de páginas-- un tour de force genuino y extraordinario, atrapando al lector en una lectura cuyo desenlace conoce ya desde su primera frase. Y para ello, además de un lenguaje exquisito, empleó una acción a la vez colectiva y personal, clara y ambigua. Hasta el punto de que los recuerdos de unos protagonistas y otros llegan incluso a contradecirse.
Y es que esta crónica del asesinato de Nasar está escrita 23 años después de los hechos, por lo que el narrador, de quien no sabemos su nombre pero sí que era amigo del fallecido, relata los hechos y cita los testimonios de aquellos testigos que llegan a contradecirse en algo tan simple, tan sencillo como si llovía o lucía el sol aquel lunes trágico. García Márquez realiza un exhaustivo trabajo literario-periodístico para acercarnos unos hechos tan claros como ambiguos, tan objetivos como subjetivos. Y, todo ello, para convertir esta novela en una obra maestra de la literatura.
El narrador avanza y retrocede en la historia para trazar los hechos fundamentales que llevan a los hermanos Vicario a buscar la muerte de Nasar, un turco de tercera generación afincado en un pequeño pueblo colombiano (motivo por el cual el genial escritor conoce de primera mano el hecho histórico real contado). Su escritura es tan mágica que, pese a conocer el lector el más importante de los hechos: el asesinato, no puede dejar de leer para saber más. Y es que la acción va in crescendo, hasta desembocar en la escena del asesinato.
Tres ideas clave están detrás de la intra historia de esta novela: la caza de amor es de altanería (cita de inicio que pertenece a Gil Vicente y que utiliza el autor como introducción a un hecho fundamental en la trama de la novela: el matrimonio concertado entre Bayardo San Román y la joven Ángela Vicario, devuelta por su marido pocas horas después de la boda por no haber llegado virgen al matrimonio); dadme un prejuicio y moveré el mundo (anotación del juez instructor del sumario tras preguntar a Ángela Vicario sobre el supuesto culpable de la pérdida de su virginidad); y la fatalidad nos hace invisibles (nueva anotación del juez instructor tras hacerse una opinión de los hechos acaecidos).
Esta última cita es muy importante para la trama de la historia, pues todo el pueblo --convertido en un personaje más, al más puro estilo de La colmena, de Cela, por ejemplo-- conoce la intención de los hermanos Vicario de asesinar a Santiago Nasar para salvar el honor de su repudiada hermana, pero por diferentes motivos nadie, absolutamente nadie es capaz de impedirlo. Y eso que los hermanos anuncian a todos los vecinos del pueblo de sus intenciones. Intenciones que o no son tenidas por verdaderas o simplemente son pasadas por alto por todos los vecinos. Precisamente la gran cantidad de vecinos provoca que existan tantos protagonistas en la novela, pues todos ellos juegan un papel más o menos importante en la acción de la misma.
Resulta sobrecogedor el hecho de que nadie pueda hacer nada por salvar a Santiago pese a ser su muerte tan largamente anunciada. También el cúmulo de circunstancias que impiden su salvación por parte de los poquísimos vecinos que sí querrían haber impedido su asesinato. Algo que, en parte, incluye a los propios hermanos Vicario. La cuestión es que el narrador consigue que el lector empatice con la historia y con el fallecido hasta el punto de llegar a sentirse impotente por no poder alterar los hechos que conducen a tan trágico final. Cuestión esta que compunge su corazón hasta la última línea de la narración.
La mayoría de los personajes se sienten de alguna manera culpables de los hechos ocurridos 23 años atrás. Y, sin embargo, también la mayoría quiere formar parte de la tragedia. Casualidad, destino, violencia, la incapacidad para conocer toda la verdad de los hechos, el machismo, la traición, la venganza, el honor y sus crueles códigos, el fetichismo, la superstición, la milagrería, la credulidad y el simplismo son temas que se tratan con mayor o menor profundidad a lo largo de la exposición de los hechos. Todo, desde un punto de vista multi perspectivo que va sembrando dudas, inconsistencias y ambigüedades.
En 1987, año en que editó la obra Mondadori, se estrenó también la película de mismo título, dirigida por Francesco Rosi e interpretada por Rupert Everett, Ornella Muti, Anthony Delon e Irene Papas. El propio García Márquez afirmó que era una adaptación paupérrima y muy poco fiel a su obra, lo que repercutió negativamente a la hora de posteriores permisos para futuras adaptaciones. No en vano, no hubo más hasta 2007, cuando se llevó al cine El amor en los tiempos del cólera. En definitiva, Crónica de una muerte anunciada supuso el acercamiento entre lo periodístico y lo narrativo y una aproximación a la novela policíaca. Estamos, muy probablemente, ante la obra más realista del genial escritor colombiano.