Que 2016 iba a ser el año de Víctor del Árbol quedó claro cuando le fue concedido el Premio Nadal el pasado mes de enero. Tras la edición y gran éxito de ventas y de críticas de La víspera de casi todo llega, en las próximas semanas, la reedición de su primera novela, El peso de los muertos. Cumplido el contrato editorial de diez años con Castalia, la obra queda libre para ser lanzada de nuevo (sin cambiar ni una sola letra, según se ha avanzado). Y el momento dulce que vive su autor hace prever otro gran éxito en su ya bastante aclamada carrera literaria. Estamos hablando de una primera novela, con todo lo que ello conlleva, pero que en su día --2006-- ya fue reconocida con el VIII Premio Tiflos convocado por la ONCE.
Es evidente que la maduración personal y literaria alcanzada por este barcelonés de origen extremeño durante esta última década hace que la obra, leída hoy en día, resulte algo lejana de la maestría adquirida con los años, las novelas y los éxitos. Sin embargo, veo muy acertada la decisión de no variar la obra original, pues permite ver la evolución del autor y, además, constatar que El peso de los muertos ya mostraba pinceladas de lo que estaba por llegar. Entre ellas, la mezcla de géneros literarios --histórico y policíaco-- y la alternancia en la estructura narrativa de épocas, lugares y personajes en cada uno de sus capítulos. Sin duda, uno de los puntos fuertes de Del Árbol.
La novela nos habla de cómo cada uno de nosotros construye su propia memoria, personal e histórica, según nos conviene. Tema, por otra parte, recurrente en la obra de nuestro autor. Y su valentía está presente ya desde el principio de la obra. Porque vivir en Barcelona, ser mosso de esquadra y escribir una primera novela contextualizada en la Barcelona de los últimos días de vida de Franco (noviembre de 1975) y que denuncie los excesos policiales --violaciones de todo tipo, denuncias falsas, asesinatos injustificados y demás prácticas difíciles de compartir-- de manera tan rigurosa y cruda hace necesario que quien se atreva a escribirla tenga un gran coraje y unos altos valores, tanto personales como profesionales.
El peso de los muertos es una novela negra que ya huye de los clásicos asesinos en serie y de heridas y amputaciones narradas con todo lujo de detalles. En ella no hay ketchup sino realismo puro y duro. Porque cualquiera puede convertirse en asesino. Nadie es del todo inocente ni tampoco culpable. Todo tiene sus causas y sus consecuencias. Y en la Barcelona de noviembre de 1975 ocurrieron demasiadas cosas. Muchas de ellas, dignas de ser contadas. Y esto es precisamente lo que hace Del Árbol en una novela que, pese a ser de ficción, cuenta con una extraordinaria documentación histórica y con referencias a algunos personajes reales que la hacen más cercana al lector y, por tanto, creíble.
Pero para poder comprender lo que ocurre en el presente de 1975 el autor se toma la licencia de viajar hasta 1945, donde encontramos las causas pasadas de ese presente que al principio se nos hace casi inalcanzable pero que, gracias a las justas dosis de información que vamos recibiendo en cada capítulo, al fin llegamos a conocer --algo también clásico en los libros de Víctor del Árbol--. De esta manera, serán los sucesos de la posguerra y del comienzo del régimen dictatorial los que marquen los de los últimos días del franquismo.
No obstante, nada de lo escrito más arriba sería factible sin otro de los puntos fuertes de la obra de este autor: la fuerza, cercanía y credibilidad de unos personajes, retratados minuciosamente, que siempre tienen algo que perdonarse y que buscan soltar lastre de su pasado. Un pasado que les pesa, les impide vivir con normalidad y no les deja escapar jamás, aunque sea a base de pesadillas que recrean sus propios fantasmas. Varios de ellos están marcados por la tragedia, pues han asesinado o han perdido dramáticamente a alguien en el pasado. De ahí un título más que acertado.
Lucía es una mujer atractiva y enigmática cuyo matrimonio está a las puertas del fracaso. Guarda un secreto que ni su marido, Andrés, conoce. Un secreto que la hace volver a Barcelona treinta años después de su apresurada huida. El moro Ulises, un repulsivo torturador de la brigada político-social, anteriormente héroe de la guerra de África, también esconde algo en su conciencia que cree que nadie más conoce. Octavio Cruz, amigo de juventud de Lucía, es un abogado de la capital catalana incapaz de demostrar su amor a nadie. El fantasma del doctor Nahum Márquez, muerto por garrote vil treinta años antes, amenaza con no dejar en paz a nadie hasta que se haga justicia. Pero, ¿qué clase de justicia?
En definitiva, El peso de los muertos es una lucha entre dos mundos: el de los vivos y el de los muertos; el de los recuerdos reales y el de los inventados; el de la justicia y el de la injusticia; el de un régimen opresor que agoniza y el de otro emergente que ansía la libertad perdida; el de la responsabilidad y el del esconderse a toda costa; el del amor verdadero y el del sexo y la depravación; el de la verdad y el de la mentira. Una gran historia en la que, como dice uno de sus protagonistas, lo probable y lo increíble son cabos de la misma cuerda: si los juntas, resulta lo inevitable. Una novela escrita no por un mosso de esquadra que quería ser escritor sino por un escritor que iba a dejar de ser mosso de esquadra...