Jordi Sierra Fabra es un periodista y escritor catalán dedicado al estudio del rock y a la literatura juvenil. A los doce años, haciendo gala de una increíble precocidad - sobre todo en aquel momento, 1960 -, ya había escrito una novela de quinientas páginas. Fundó revistas de reconocido prestigio, como El Gran Musical o Popular 1, y ha escrito numerosas obras - en total, más de cuatrocientas -, de las cuales ha vendido más de diez millones de libros. Algo al alcance de muy pocos escritores.
Su literatura se caracteriza por un estilo directo marcado por los diálogos, el ritmo, las frases cortas y cierto suspense. Algo que también se puede comprobar al leer la novela que nos ocupa: Malas tierras. He de confesar que el motivo de haber leído este libro es su portada y su sinopsis. El hecho de que aparezca Bruce Springsteen y de que parte de su trama se desarrolle en uno de sus míticos conciertos en el Palau Sant Jordi de Barcelona sirvieron para que me decidiera con rapidez.
Se trata de una novela urbana desarrollada en la Barcelona inmediatamente posterior a los JJ. OO. de 1992. Y dos son sus puntos de partida: Barcelona, con el referido concierto del Boss en el Sant Jordi, y Madrid, donde una niña y sus padres esperan en el Gregorio Marañón un corazón que no acaba de llegar. Mientras muchos rockeros disfrutan en Barcelona, una familia agoniza en Madrid. El tiempo se detiene para unos, pero vuela para otros. La felicidad y la desesperanza corren de la mano durante las casi doscientas páginas de la novela.
Mientras la niña alterna episodios de sueño y duermevela, sus padres no quieren separarse de ella ni un solo segundo. Porque puede ser el último de vida de su pequeña y no se perdonarían no aprovechar cada instante. Ambos viven momentos de esperanza, pero también de dolor y amargura. La situación está clara: o aparece un corazón durante la madrugada o su hija morirá. En las escenas que se desarrollan en el hospital madrileño los sentimientos están a flor de piel. Un donante es todo lo que se necesita. Tan sencillo. Tan difícil.
Descripciones de algunas de las escenas del concierto del Boss aparte, el centro de la historia desarrollada en Barcelona está marcada por las relaciones entre los cuatro protagonistas: Cati, una joven estudiante de veterinaria que demuestra una seguridad y una madurez a prueba de bomba; Cristo, un inseguro y joven guitarrista aspirante a formar parte de una banda de rock local; Toni, que a la semana siguiente debe abandonar la ciudad para viajar a Melilla e incorporarse al servicio militar - todavía obligatorio por aquellas fechas -; y Neli, una alegre y extrovertida zaragozana que ha viajado de incógnito a la ciudad condal para tratar de ver a Bruce.
Cati es el típico bombón que toda madre quisiera como novia de su hijo. Cristo y Toni, claro está, la quisieran como novia, pero ambos son tímidos y no se atreven a declararle su amor. Cristo cree tener más tiempo para hacerlo. Cuando su amigo se vaya a la mili tendrá su ocasión. Pero para Toni esa es su última noche: o se declara a Cati o la pierde para siempre (según cree él). Esa angustia crea situaciones tensas entre los amigos a lo largo de la noche: concierto + fiestas nocturnas.
Y la tensión crece también porque otro personaje, secundario al principio, va cobrando protagonismo. Un protagonismo que nos anticipa una tragedia final. Y es que según avanzamos en la lectura, vemos cómo la niña de Madrid va a ser salvada por uno de los jóvenes de Barcelona. Porque ese otro personaje, recientemente divorciado y sin encontrar plan para esa noche - tras fundir su teléfono llamando a todas las chicas conocidas -, se dispone a salir a conducir como un loco por las calles barcelonesas. Alguien va a morir para que la niña madrileña viva. ¿Quién? He ahí la clave.
La cuestión es que, en el amanecer barcelonés, el gozo, la rabia, la esperanza y la casualidad se encuentran en una encrucijada que decide el futuro de prácticamente todos los protagonistas de la acción. Los sentimientos de los chicos y chicas quedan a flor de piel y el lector, sin quererlo, busca saber quién va a morir, tomando partido por aquél o aquellos protagonistas que mejor le caen. Así es la vida en ocasiones: la desgracia de unos suele ocasionar la suerte de otros. Y la casualidad juega un papel importante en ella, mal que nos pese a todos (a veces).