LIBROS

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jueves, 23 de abril de 2015

Como una novela. Daniel Pennac. Anagrama. 1992. Reseña





     Hoy no es un día cualquiera. No es uno más. Porque hoy es el Día del Libro. El día de Sant Jordi. El de la rosa y el libro. Un día para reivindicar el placer de la lectura por encima de todo dogma intelectual o educativo. Por eso, precisamente hoy, quiero hablaros de una obra que, en su día, me reconcilió con la lectura. Me refiero a un ensayo de un autor al que muchos conoceréis. Se trata de Daniel Pennac, un escritor y profesor de instituto francés nacido en Marruecos. Comenzó escribiendo cuentos y libros infantiles antes de alcanzar un gran éxito con novelas negras y ensayos educativo-pedagógicos. Su Mal de escuela (2007), Premio Renaudot ese mismo año, y Como una novela (1992), obra que me dispongo a presentaros, son sus dos aportaciones más reconocidas. 

     Como he comentado, Como una novela me reconcilió con el gozo de los libros. En efecto, yo fui uno de esa amplia mayoría de adolescentes que aborrecen cada día la lectura por culpa de las malditas obligaciones académicas. Unas obligaciones que acaban con el placer y nos llevan al tedio, al aburrimiento y a la dejadez. Y es que pretender que un niño de 15 años lea El Quijote es un atentado contra lo que se supone que este acto pretende, es decir, fomentar el hábito lector en los adolescentes. Este es el punto de partida de Daniel Pennac en esta obra.

     Estamos ante un libro insólito que estimula la lectura. Y lo hace ayudando al lector a perder el miedo a la lectura, consiguiendo embarcarle en una aventura personal de libre elección que le llevará al disfrute. Decía Kafka en su diario que jamás haremos entender a un muchacho que, por la noche, está metido de lleno en una historia cautivadora que debe interrumpir su lectura e ir a acostarse. Y es que todos, niños y adultos, necesitamos nuestra ración diaria de ficción. Así, la obligación de leer no nos viene impuesta por nadie más que por nosotros mismos. Porque, como bien dice Pennac, el verbo leer no soporta el imperativo. Porque la lectura es placer.  

     Y en el fomento de ese gozo en la mente adolescente (o adulta) tienen tanta importancia la escuela como los padres. La escuela porque ha de retornar a la palabra, dejando de lado análisis, resúmenes, trabajos y fichas de comprensión lectora que en poco o nada ayudan a nuestra tarea. Y los padres porque leer cuentos en voz alta cada noche a nuestros hijos es regalarles la palabra, introducirles en un universo de diversión del que no querrán huir jamás. ¿Cuántos padres castigan a sus hijos que no leen el libro impuesto en el colegio a no ver la televisión? ¡Error! Así lo único que se consigue es elevar a la TV a la dignidad de recompensa y rebajar a la lectura al papel de tarea. Y leer no es un deber, ¡sino un derecho!

     Como una novela es un monólogo alegre, entusiasta y desenfadado, fruto de que quien lo escribe, sin duda, siente y cree a pies juntillas en lo que escribe. Pese a tratarse de un ensayo, se lee como una novela. De ahí su título. Corto, de prosa directa y sencilla, muy bien estructurado y destilando un gran sentido común, convierte lo que en principio se presenta como un ensayo sobre el amor por la lectura en otro sobre pedagogía, aprendizaje y enseñanza de la lectura. Porque queda por entender que los libros no han sido escritos para que mi hijo, mi hija, la juventud, los comente, sino para que, si el corazón se lo dice, los lean. Nuestro saber, nuestra escolaridad, nuestra carrera, nuestra vida social son una cosa. Nuestra intimidad de lector y nuestra cultura otra.

     Y, como leer no es una obligación ni un deber sino un derecho y una libertad, Pennac presenta un decálogo de los derechos fundamentales del lector. A saber: 1-el derecho a no leer; 2-el derecho a saltarnos las páginas; 3-el derecho a no terminar un libro; 4-el derecho a releer; 5-el derecho a leer cualquier cosa; 6-el derecho al bovarismo (enfermedad de transmisión textual); 7-el derecho a leer en cualquier sitio; 8-el derecho a hojear; 9-el derecho a leer en voz alta; 10-el derecho a callarnos. Huelga decir que esta manera de afrontar el mundo de la lectura es capaz de desinhibir a cualquier temeroso de los libros.

     Pennac desgrana tópicos y típicas excusas argüidas por los no lectores para explicar el por qué de su actitud acerca de la lectura. La que más me llamó en su día la atención - citar más alargaría demasiado la reseña - es la referente a la falta de tiempo. El autor responde así: el tiempo de leer es tiempo robado, y el problema no es si tengo tiempo o no, sino si me regalo o no ese tiempo. Nunca un enamorado deja de encontrar tiempo para amar. Lo dicho anteriormente: de gran sentido común. 

     Esta reseña es mi pequeña y humilde contribución a este Día del Libro. Si eres de los que aman la lectura, espero que hayas disfrutado de ella. Aunque lo harás mucho más leyendo o releyendo Como una novela. Si, por el contrario, eres de los que siempre encuentran excusas para no leer, tienes dos opciones: seguir sin leer y perderte el gustazo que supone hacerlo o darte una nueva oportunidad desde la libertad de elección personal. Tú elijes.