LIBROS

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martes, 30 de abril de 2024

Nadie lo conoce. Mari Jungstedt. Maeva. 2010. Reseña

 




    Mari Jungstedt (Estocolmo, 1962) es una de las escritoras más populares de novela negra nórdica. Entre sus obras destacan las quince novelas --hasta hoy-- que componen la denominada serie Gotland. Todas ellas se desarrollan en la isla de Gotland, de cuyas playas de arena se enamoró la autora desde la primera vez que la visitó, a los nueve años de edad. La propia Jungstedt asegura que se trata de un lugar idílico, casi paradisíaco, apartado, hermético, cerrado, casi inhóspito durante la mayor parte del año. Un ambiente que, inspirador, ventoso, llano y con múltiples zonas boscosas, resulta ideal para escribir novela negra. Y con una Historia muy interesante, pues la isla fue un importante enclave vikingo entre Rusia y el resto del continente europeo, además de contar con casi un centenar de iglesias, numerosos sitios arqueológicos y varias ciudades medievales amuralladas como Visby. En definitiva, una ambientación ideal para albergar una serie de novelas.

    A través de cada una de las novelas se recorren las vidas de sus protagonistas principales. Así pues, aunque lo recomendable es ir leyéndolas por orden cronológico, también se pueden leer de forma alternativa sin que por ello sea más difícil seguir cada una de las tramas presentadas, pues estas son diferentes en cada una de ellas, Yo, por ejemplo, he comenzado la lectura directamente por esta tercera entrega, y he podido seguir perfectamente las vicisitudes de las vidas del comisario Anders Knutas, el periodista Johan Berg y el resto de personajes. Esto es así porque la historia aparece salpicada de pequeños flashbacks de lo ocurrido con anterioridad, lo que refresca la memoria de quienes han leído las historias precedentes y sitúa en contexto a quienes no lo han hecho. Un gran mérito de la autora, por cierto. Nadie lo conoce (2010) fue, como ya he indicado, la tercera de las historias que componen la serie Gotland. Y en las siguientes líneas paso a reseñarla.

    Nadie lo conoce es la historia de una suma de robos en yacimientos arqueológicos, decapitaciones de caballos, extraños rituales que parecen invocar a las antiguas divinidades del lugar y, sobre todo, asesinatos en serie que amenazan las tranquilas vacaciones de los turistas de Gotland. Unos turistas que solo aparecen por la isla con el buen tiempo, puesto que durante la mayor parte del año se trata de un lugar frío, ventoso y desapacible. Una historia de intriga, celos, desapariciones y violencia que va aumentando la velocidad de sus acontecimientos y su tensión hasta un clímax final de aquellos que dejan al lector en vilo durante una noche entera. Un lector que asiste a los hechos sin poder dejar el libro aunque tenga que madrugar a la mañana siguiente. Como mandan los cánones de una buena novela negra bien tramada, escrita y presentada en una atmósfera turbia y nebulosa acompañada de una sensación opresiva que hace intuir que habrá más muertes y más misterios en las siguientes páginas. 

    La historia comienza con el descubrimiento de un caballo decapitado, con el hecho añadido de la macabra desaparición de su cabeza. ¿Quién haría algo así? ¿Por qué? Cuando el comisario Anders Knutas y el periodista Johan Berg intentan responder a estas preguntas, la alegre y turística Gotland se sobresalta con la desaparición y posterior muerte de Martina Flochten, una joven y entusiasta arqueóloga que participaba, junto a otros jóvenes de medio mundo, en una excavación de un antiguo yacimiento arqueológico vikingo. Su cuerpo, encontrado colgado de un árbol, presenta, además, mutilaciones y marcas rituales que hacen pensar a los investigadores que alguien está convocando a las antiguas divinidades de Gotland. A todo ello cabe añadir otro misterio más: la joven parecía estar teniendo una relación sentimental con alguien de la isla. Un hombre cuya identidad nadie conoce. El comisario, por un lado, y el periodista, por otro, comienzan a investigar los hechos.

    La novela presenta las investigaciones de los dos protagonistas de la historia. Son paralelas, pero obviamente por separado. Y, como suele ocurrir, el periodista lo tendrá mucho más complicado que el policía, puesto que desde el cuerpo policial tratan de mantener bajo secreto los detalles más escabrosos de los asesinatos. Por no entorpecer los avances de la investigación y por no alarmar más si cabe a la población de la isla. Así las cosas, Berg ha de buscar vías alternativas para desentrañar los misterios de la intriga. Ayudado por su situación sentimental, pues está iniciando una relación con una enfermera local, está más animado que nunca. Ha pasado de ser un hombre solitario a apostar por una mujer que no se quita de la cabeza y con quien desea vivir el resto de su vida. Más todavía cuando esta le anuncia que está embarazada. De esta forma, incluso adelanta en sus pesquisas a un Knutas que está tocado tras su último caso --el de la anterior novela de la saga-- y que solo ansía poder tomarse unas vacaciones.

    Según avanzan las pesquisas del comisario el director de las excavaciones, el profesor de arqueología Staffan Mellgren, conocido por su círculo por despertar los celos de su esposa manteniendo relaciones extramatrimoniales con algunas de sus alumnas, parece ser el hombre con el que Martina tenía una relación secreta en el momento de su desaparición y posterior asesinato. Knutas cree haber resuelto el crimen a la primera, pero todo salta por los aires cuando Mellgren recibe la cabeza de otro caballo decapitado en lo que se antoja como una amenaza. Una amenaza que se cumple cuando el profesor y jefe de las excavaciones aparece asesinado mediante el mismo método que su alumna. Un viejo ritual vikingo denominado la triple muerte, consistente en la defunción de la persona en cuestión a causa del ahogamiento, el desangramiento y la asfixia. No solo el caso no se resuelve, sino que se complica aún más. Sobre todo porque todo hace prever más asesinatos todavía.

    Paralelamente a los asesinatos, el periodista investiga también una serie de robos de los almacenes de los yacimientos arqueológicos de la isla. Mientras que la universidad no otorga gran importancia al hecho de estas sustracciones y la policía parece no avanzar en sus indagaciones respecto a este tema, más que nada por falta de interés verdadero en él, el periodista va descubriendo que la cuestión es mucho más honda, oscura y seria de lo que en un principio pudiera parecer. Alguien parece estar enriqueciéndose vendiendo a precios desorbitados en el mercado negro todo tipo de objetos de la época del asentamiento vikingo en Gotland. Berg ve cómo su curiosidad y su incredulidad crecen mientras va adelantando en su proceso de indagación. Una indagación que lo llevará a enfrentarse a unos peligros que tampoco podía prever. Ambas investigaciones, la de los asesinatos en serie y la de los robos de joyas arqueológicas, acabarán confluyendo en un punto avanzado de la trama de la novela.

    En Nadie lo conoce Mari Jungstedt aúna en una misma historia viejos rituales vikingos, asesinatos en serie, la Historia de la isla de Gotland, los métodos arqueológicos, el robo y contrabando de objetos y joyas, las vidas personales de sus protagonistas y los efectos que una infancia familiar destructiva --la del asesino-- pueden tener --y tienen-- en esos futuros adultos inadaptados que tan peligrosos pueden resultar para sus vecinos y vecinas. En definitiva, un cóctel molotov que, agitado con la maestría de Jungstedt, desencadena una historia que atrapa a un lector que no puede dejar de leer hasta llegar a la resolución de la novela. Una novela de una saga ya muy larga que conviene ir descubriendo poco a poco en el futuro. Será un placer leer más vicisitudes de las vidas de Anders Knutas y Johan Berg.                               

  

martes, 9 de abril de 2024

Soldados de Salamina. Javier Cercas. Tusquets. 2001. Reseña

 




    Una década después de sus novelas de debut --El móvil y El inquilino-- Javier Cercas reemprendió su carrera como escritor con Soldados de Salamina (2001), una obra que cuenta varias historias y desde diferentes puntos de vista. Una novela sobre dos historias reales que tienen que ver con un escritor-político falangista y con un soldado republicano durante el período final de la Guerra Civil Española, aunque en el caso del soldado republicano su historia continúa durante toda la Segunda Guerra Mundial, concretamente hasta la liberación de París. Un trabajo que bebe directamente de otros dos escritores, Sánchez Ferlosio y Roberto Bolaño, quienes hablan a Cercas de Sánchez Mazas y Antonio Miralles, los grandes protagonistas de la novela. Una novela que nace siete años antes de su finalización y posterior publicación. Y es que en 1994 el escritor Sánchez Ferlosio le dio a conocer a Cercas la historia de su padre, Sánchez Mazas. Una historia deslumbrante cuyo punto central es su fusilamiento en el santuario del Collell (Girona) en 1939.

    Un fusilamiento del que sobrevivió de forma milagrosa, aunque existen dos versiones diferentes de los hechos: la primera, contada por el propio Sánchez Mazas durante el resto de su vida, habla de que las balas lo rozaron y se hizo el muerto antes de poder escapar con vida del lugar; la otra, recogida de otros supuestos testigos de los hechos, hablan de su huida a plena carrera aprovechando la confusión creada por el hecho de que los fusilados eran un gran número. Esclarecer la verdad obsesiona a Cercas desde el principio. Y comienza a investigar los sucesos para tratar de dar con la realidad. Y, ya puestos a obsesionarse, los dos relatos hablan de una persecución por los alrededores del Collell. Y de que un soldado republicano encuentra a Sánchez Mazas, lo mira, y decide dejarlo marchar sin delatarlo ni ejecutarlo allí mismo. ¿Quién fue ese soldado republicano que dejó con vida al falangista --e ideólogo-- más antiguo de España, coautor del Cara al sol? La cuestión inquieta a Cercas, quien durante años investiga sobre los hechos.

    Durante las dos primeras partes del libro, Los amigos del bosque y Soldados de Salamina, Cercas nos acerca la figura del ideólogo de la Falange y estrecho colaborador de José Antonio Primo de Rivera, su particular historia --antes, durante y después de la Guerra Civil Española-- y esos días anteriores y posteriores a su fusilamiento en el Collell. Los amigos del bosque son tres soldados republicanos --los hermanos Pedro y Joaquim Figueres y Daniel Angelats-- que han desertado y se esconden por los alrededores del santuario mientras esperan la llegada de los nacionales. Se encuentran con un Sánchez Mazas desarmado e indefenso, uno de ellos lo reconoce, y acuerdan protegerlo a cambio de que después él los ayude a ellos una vez llegue el ejército nacional a la zona. Y así fue. Durante un buen número de páginas, Cercas confronta las diferentes versiones de los protagonistas, buscando llegar a la realidad. Una realidad que por momentos se le escapa entre los dedos de las manos, como si se tratara de agua o arena.

    La novela muestra todos los vaivenes de la investigación llevada a cabo por Cercas. Sus momentos de euforia, cuando consigue logros que hacen avanzar esa búsqueda en pos de la verdad, y otros en los que el autor llega a abandonar la investigación al verse en callejones sin salida. En ese sentido, los métodos de búsqueda de documentos, objetos, identidades, testimonios escritos y de testigos presenciales, muertos o incluso vivos, nos muestran la enorme complejidad del proceso de investigación. Un proceso en el que cuentan las destrezas. casi detectivescas del autor, y también la suerte. Si, porque, sin suerte --hay que buscarla, pero no siempre se encuentra--, a veces no vale para nada la tenacidad. Y son dos conversaciones aparentemente normales --con Ferlosio y Bolaño-- las que ponen a Cercas en el buen camino hacia el conocimiento de la historia real. Una historia real que el autor debe desenterrar, como si de un arqueólogo se tratara, de entre tantas versiones contradictorias y poco esclarecedoras.

    Una de las cosas que más cautivan de la figura de Rafael Sánchez Mazas es cómo su actitud va virando desde la euforia inicial hasta la decepción final. Reconoce el propio protagonista que hizo todo lo que estuvo en su mano para generar la mayor cantidad de crispación en la España de su época. Perdido el país electoralmente, solo cabía la guerra como medio para recuperarlo. Se esforzó y ocupó de ello con todas sus fuerzas. Incluso luchó en la guerra. Y, cuando todo parecía ganado y a la vez perdido, un golpe de suerte le salvó la vida a escasos días de finalizar la guerra. Después de ayudar a aquellos amigos del bosque a los que jamás olvidaría pero a los que nunca más vio en persona, Franco lo hizo incluso ministro. Y, cuando todo parecía ganado, tuvo que asistir al hecho de que la España que él soñó estaba cada vez más alejada de la España que estaba creando Franco. Así, hastiado y deprimido, decidió aislarse del mundo y vivir los años que le quedaban de vida alejado del régimen que había ayudado a crear. Una historia escalofriante.  

    La tercera y última parte de la novela, Cita en Stockton, aborda las conversaciones entre el autor y el escritor chileno Roberto Bolaño; la investigación de Cercas sobre la figura de Antonio Miralles, un soldado republicano que, una vez acabada la contienda nacional, luchó contra el fascismo y el nazismo en Europa y el norte de África hasta la liberación de París y la victoria final; y la búsqueda del soldado por parte del autor. Un autor que sabe que a su novela le falta una pieza importante: conocer a quien perdonó la vida al falangista y, sobre todo, los motivos que lo llevaron a ello. La fe, la cabezonería, la suerte y el saber hacer de Cercas lo llevan, una vez más, por el buen camino en ese obsesivo intento de alcanzar la verdad. Una verdad que a veces hay que inventar. O no. Una verdad que no solo puede salvar a un huido --en este caso, Sánchez Mazas--, sino que también puede salvar la carrera literaria de un escritor --léase Javier Cercas--. Y es que, aunque no sabemos al ciento por ciento quién salvó al falangista, sí sabemos que Miralles salvó al Cercas escritor. Un Cercas que ya había tirado la toalla en lo literario.

    En lo que concierne a Antonio Miralles, su historia no es demasiado diferente a la de Sánchez Mazas. El soldado luchó contra la injusticia, tanto a nivel nacional como europeo. Arriesgó su vida en innumerables ocasiones contra un fascismo que se hizo con España y amenazaba con hacer sucumbir a toda Europa. Pasó por situaciones difíciles de narrar con el propósito de salvar a su patria y a su continente de las garras de la opresión. Y, sin embargo, jamás recibió un solo agradecimiento. Ni en España ni en Francia. Desencantado, deprimido y hasta cabreado --como Sánchez Mazas--, se quedó a vivir en un pueblecito cercano a Dijon, no volviendo a España más que en períodos vacacionales. Unas vacaciones que pasaba en un camping llamado Estrella de Mar, en Castelldefels. Un camping en el que trabajó, ¿casualidades del destino?, un joven escritor chileno que debía ganarse la vida como podía hasta que llegara el momento de ganársela con la literatura. Un escritor llamado, cómo no, Roberto Bolaño.

    Soldados de Salamina --un título ambiguo pero muy significativo desde variados puntos de vista-- relanzó la carrera literaria de Javier Cercas. Un Javier Cercas que recibió, además, la inestimable ayuda del genial cineasta, guionista y escritor David Trueba, quien en 2002, solo un año después de publicarse la novela, la llevó a la gran pantalla. Una adaptación que, aunque con algunos cambios argumentales, resultó muy emotiva, algo que hizo más popular si cabe a la novela. Una novela que también puede calificarse como histórica, pues narra unos mismos hechos históricos desde diferentes puntos de vista. Porque la Historia no se puede conocer fehacientemente desde un único punto de vista. Es necesario ver las dos caras de una misma moneda para hacerse una buena composición de lugar. Y esta novela es un buen ejemplo de ello.