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lunes, 7 de mayo de 2012

El descenso del deporte gandiense en el 2012

     Gandia Bàsquet y Club de Fútbol Gandia han descendido esta temporada a la cuarta categoría del deporte nacional (EBA y Tercera División). ¿Se ha cebado la crisis económica en nuestros más emblemáticos clubs? Evidentemente, sí. Pero no sólo eso, al menos en el caso del equipo blanquiazul. Comparemos ambos clubs y veremos cómo hay maneras y maneras de descender.

     El verano pasado fue convulso en ambas oficinas. La directiva del Gandia Bàsquet decidió salir en LEB Plata tras el ascenso recién conseguido en Vic. Eso sí, anteponiendo el plano económico al deportivo. Se hizo el mejor equipo posible pero sin gastar un céntimo más de lo presupuestado. Austeridad total. Mientras tanto, el alcalde salvó al C. F. Gandia del descenso administrativo por impago de nóminas de la temporada anterior, por lo que el club se quedaba en Segunda B.

     De esta forma, la directiva del Gandia Bàsquet hizo conocer a los socios que la finalidad de esta temporada era aliviar la situación de las maltrechas arcas del club. Si se salvaba la categoría en la pista o no era otra cuestión que quedaba en un segundo plano. Sinceridad ante todo. ¿Qué hizo la directiva del C. F. Gandia por esas fechas? Prometer un equipo para subir a Segunda A. Algo no me cuadraba ya y la temporada todavía no había comenzado. La honestidad es algo muy importante en la vida. También la sinceridad.

     La temporada comenzó. El Gandia Bàsquet, como era de esperar, lo hizo en el furgón trasero aunque no llegaba a la cola. El C. F. Gandia en el de los primeros. Sin embargo, las cosas se torcieron con el tiempo. Una plantilla corta, con pocas rotaciones ni posibilidades de fichar a nuevos jugadores para suplir a los lesionados (sí, a perro flaco todo son pulgas y el equipo sufrió una auténtica plaga de lesiones que no le abandonó en el resto de la temporada) hizo que el Gandia Bàsquet se viera abocado a luchar por no ocupar la plaza de descenso. Y el C. F. Gandia se deshinchó y también se acercó a la zona de peligro. Empezaba a verse todo muy negro en la ciudad, deportivamente hablando.

     Así las cosas, la directiva del baloncesto hizo saber a la plantilla que si querían cobrar en fecha no se podía fichar a ningún otro jugador. Además, los viajes habían de ser en el día del partido y en bus; y podían durar hasta diez, doce o catorce horas. La plantilla asintió ante tal muestra de sinceridad por parte de sus directivos. Lucharían como fuera para tratar de conseguir los mejores resultados. ¿Y en el fútbol, qué pasó? Pues que todo se derrumbó. También en este caso la mala suerte (o, mejor dicho, las malas acciones del pasado) se cebaron con el club: el caso Muiño explotó en la cara de la directiva y las cuentas del club fueron embargadas por la Seguridad Social hasta que el club indemnice al ex-jugador blanquiazul con 600.000 euros.

    Ante eso, la alcaldía se desentendió y decidió no dar un céntimo más a un club que tenía un agujero negro insalvable en sus cuentas ya que cada día salían impagos por doquier. Ante la retirada del alcalde, también el presidente y su junta directiva dimitían sólo seis meses después de su llegada. El C. F. Gandia se veía abocado a la desaparición.

    Pero determinadas personas a las que el club debe dinero no están dispuestas a perderlo. Así que deciden poner a sus compañeros de APLEG nuevamente al mando del club para, desde la sombra, ver si es posible recuperar sus inversiones pasadas. Los jugadores llevan sin cobrar desde enero, amenazan con una huelga que luego no cumplen, la directiva les engaña con falsas amenazas de cobro y se hace el ridículo delante de toda España, dando una imagen penosa, no sólo del club sino de toda la ciudad.

     Efectivamente, el Gandia Bàsquet descendió en la penúltima jornada de Liga. El C. F. Gandia, también. Pero entre ambos descensos media un abismo en todos los sentidos. El Gandia Bàsquet ha sido un ejemplo en honestidad (dejando las cosas claras desde el principio y sin engañar a nadie), dignidad (luchando hasta el final), orgullo (la despedida de la afición a sus jugadores fue emocionante en el último partido en casa, con una sonora ovación de tres minutos tras haber descendido el equipo), unión de vestuario-técnicos-aficionados (todos remando en la misma dirección pese a las mil adversidades) y en pagar los salarios de sus jugadores (ya de merecidas vacaciones). Y el club tiene futuro: el año que viene habrá baloncesto en Gandia, a falta de saber en qué categoría saldrá el equipo (decisión ésta que no depende sólo del club sino también de la FEB, que programa una reestructuración de sus Ligas y podría invitar al Gandia Bàsquet a continuar en LEB Plata otro año más).

     ¿Y el C. F. Gandia? El club, quieran sus dirigentes o no, sólo tiene una salida: la disolución. Ha descendido a Tercera y será denunciado por impago por sus jugadores, lo que podría abocarlo a Regional Preferente. Debe, como dice un conocido, más que Alemania después de la II Guerra Mundial, tiene las cuentas y las taquillas embargadas, no hay ni una sola empresa que quiera echarle una mano y, lo peor de todo: ha sido abandonado por su salvador del pasado verano, el alcalde, y por una afición que ya no acude al campo pese a tener el pase pagado desde principios de temporada. A nadie le importa lo que ocurra con el C. F. Gandia. Bueno sí, a cuatro a los que el club debe dinero. Desde aquí, apelo a la cordura y pido que alguien acabe con esta pesadilla. El enfermo terminal está sufriendo y deben desconectarle la máquina y darle cristiana sepultura. Amén.