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jueves, 22 de marzo de 2012

Francisco Camps, "el Incomprendido"



     Está de vuelta. Y por la puerta grande. Francisco Enrique Camps Ortiz, de 49 años de edad, licenciado en Derecho, casado y con tres hijos, ha reaparecido en una entrevista concedida a la revista femenina Telva. Una vez más, y van muchas ya a lo largo de la historia, el genio ha sido incomprendido por la "atrasada" sociedad de su época.

     El ex-President fue nombrado doctor por la Universidad de Elche (institución fundada cuando él era Consejero de Educación de la Generalitat), el pasado febrero tras leer su disertación "Propuestas para la reforma de la ley electoral", dirigida por Vicente Garrido (presidente del Consejo Jurídico Consultivo de Valencia, cargo en el que fue ratificado justo antes de la dimisión como President de "el Incomprendido" el pasado mes de julio), y escoltado por los mismos policías que días antes "zurraron" a los estudiantes valencianos del movimiento denominado "Primavera Valenciana". La calificación: cum laude. 

       Además de ser una auténtica eminencia intelectualmente hablando el bueno de Camps demuestra, en la citada entrevista, que no tiene abuela al declarar, sin tapujos, que se siente "más preparado que nunca para ser presidente de la Generalitat o del Gobierno", que "no fui ministro, pero he estado cerca", que "mi bagaje es impresionante" o que "soy el de siempre. Hace años mi vida se congeló, pero los valencianos están conmigo y me quieren".

     El "no culpable", que no inocente, en el caso de los trajes de la trama Gürtel afirma en Telva que "jamás he pensado en dejar la política", mensaje directo a Mariano Rajoy, a quien parece querer apretar las tuercas para que le otorgue algún cargo importante en el gobierno nacional. No en vano, cuando peor pintaban las cosas para el PP a nivel nacional, "el Incomprendido" echó más de una mano al actual Presidente del Gobierno. Es decir, que se le debe un favor y quiere cobrárselo.

     En realidad, lo anterior es una simple suposición. Sólo el ex-"Molt Honorable" conoce el objeto de sus manifestaciones. Sin embargo, en Génova se han encendido todas las alarmas. La cúpula nacional del PP tiene claro que no es el momento de acceder a los deseos de Camps (cabe recordar que el PSOE ha conseguido reabrir el caso de los trajes nuevamente...). No obstante, tampoco quieren una repetición del caso Álvarez Cascos, algo que debilitaría la mayoría absoluta que goza el Partido en la Comunidad Valenciana. La frase "los valencianos están conmigo y me quieren" podría ser una amenaza en toda regla.

     Pero Génova no va a ceder ante tamaño chantaje y cierra filas para ningunear al ex-President. Incluso Alfonso Rus y Rita Barberá, sus otrora grandes apoyos, han afirmado que "hay que apoyar al actual President, Alberto Fabra" y que "el tiempo de Camps ha pasado". Así, Francisco se ve desplazado de su anterior protagonismo. Él, que trajo la prosperidad a la "Tierra de las flores, de la luz y del amor" de la mano de la F1, de la Ciudad de las Artes y de la Ciencia, de la Copa América o de la visita del mismísimo Papa Benedicto XVI.

     El caso es que en dos meses se celebra el Congreso Regional del PP. ¿Presentará Camps una candidatura en oposición a Fabra tratando de volver a su hurtado trono? ¿Enarbolará la bandera del valencianismo para recuperar su hegemonía perdida? ¿Creará un Partido propio como hizo Cascos en Asturias? ¿Irá realmente en serio? ¿Será todo una estrategia para presionar a Mariano Rajoy? Muchas incertidumbres quedan en el aire de momento. No obstante, lo que sí está claro es que ha vuelto a la primera plana de todos los noticiarios. Y, con toda seguridad, no querrá volver a marcharse.

     Teniendo en cuenta su impresionante bagaje, su gran preparación y dotes de mando, lo querido que es por todos los valencianos y su reciente doctorado con nota de cum laude no puedo evitar hacerme la siguiente pregunta: ¿cómo se les ocurre al PP nacional y al valenciano prescindir de un personaje tan ilustre, docto e insustituíble como Francisco Camps? Sin duda, estamos ante un nuevo ejemplo de que los genios no son entendidos por sus conciudadanos. Así que, desde hoy, he decidido dirigirme al bueno de Camps como Francisco "el Incomprendido".