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lunes, 23 de mayo de 2011

Reflexión a la Intemperie. Aute en Gandía

     La velada del día de reflexión pre-electoral tuvo como gran protagonista en Gandía a Luis Eduardo Aute. El cantante filipino, de casi setenta años de edad, deleitó a más de dos mil personas (lleno absoluto) en los jardines de la Casa de la Cultura de la ciudad ducal. En dos horas de concierto desgranó casi todo su último álbum, "Intemperie", unas cuantas de "A día de hoy" y algunas otras canciones "de siglos pasados", como él mismo bromeó.

     El concierto entero estuvo dedicado a "los miles de jóvenes que estos días están tomando las plazas de tantas y tantas ciudades españolas, europeas e iberoamericanas". En una de las varias referencias a John Lennon, "el artista asesinado por el FBI", aseguró que si todavía viviera cambiaría la letra de "Imagine" para pasar de "un mundo mejor puede ser posible" a "un mundo mejor va a ser posible", animándoles a que sigan con sus reivindicaciones hasta el final.

     A lo largo del concierto hizo gala de su conocida y alabada crítica ácida e irónica para atacar al sistema, a los políticos y hasta al Papa, al que llegó a llamar "Paparazzi Ratzinger" y "¡pobre hombre!" por haber de "creerse el representante de Dios en la Tierra". Por criticar, criticó hasta a su propia discográfica, que ha publicado en internet (iTunes) una de las canciones descartadas de "Intemperie", que él mismo eligió, dejando ver que no le gusta demasiado.

     Como es en él habitual, las referencias al sexo fueron apareciendo cada dos por tres, llegando a afirmar que "todos andamos buscando el sexo. Algunos incluso se casan para asegurárselo de forma más o menos regular y relativamente barata". Estuvo especialmente chistoso a lo largo de un concierto realmente memorable.

     Visiblemente envejecido y ofreciendo una imagen sumamente deteriorada, sin embargo, cantó como un ángel. Quien escribe estas humildes letras jamás le había visto tan metido en faena. Su voz aterciopelada sonó este sábado como nunca. Sus cambios de registro sobrecogieron a los espectadores sobremanera, sobre todo en "Siento que te estoy perdiendo" y "Somnis de la plaça Rovira", una canción escrita y cantada en catalán y dedicada a su padre y a los habitantes de la plaza del barrio de Gracia de la ciudad condal, donde él mismo vivió un tiempo de su niñez. En la presentación de esta canción bromeó sobre su vejez, llamando "anciano" a un compañero suyo de la "mili". Personalmente, fue éste uno de los grandes momentos del concierto por su emotividad, la historia cantada y el impresionante sonido de la voz del maestro Aute.  

     Desde "Me va la vida en ello" hasta "El canto de las sirenas", el concierto fue a más, con momentos culminantes en "Tríptico de luces y sombras" y "A día de hoy". Pero lo mejor, no obstante, vino tras la primera despedida. "Giraluna" marcó el inicio de los bises, donde cantó algunas de sus viejas canciones, incluyendo una de sus "Aleluyas". Y después de su segunda despedida, volvió en solitario al escenario para "tocarse" tres canciones con su guitarra, demostrando ser también un virtuoso con dicho instrumento entre sus manos. El final de la velada fue realmente estremecedor. Una pequeña luz, un silencio sobrecogedor, el cantante solo en el escenario y cantando a capella "Al alba". Un punto final formidable para una magnífica noche de reflexión pre-electoral.

     Sin embargo, a veces, el fin del concierto no significa el fin de la noche. A la salida de los jardines un grupo de "Indignados", acampados en la vecina Plaza del Ayuntamiento, rebautizada por ellos como "Plaça dels indignats", esperaba la salida de la gente. Llevaban esparadrapos en forma de cruz en sus bocas, en claro símbolo de estar en la noche de la jornada de reflexión. De repente, alguien comenzó a aplaudir y todo el mundo le siguió. La escena, una auténtica comunión entre jóvenes y adultos, resultó tremendamente emocionante. Desde el blog del grupo de "acampados", al día siguiente, se le daba las gracias a Aute por salir a aplaudirles desde uno de los balcones de la Casa de la Cultura, justo al finalizar el concierto. Lástima haberme perdido una escena tan fantástica... 

     Un grupo de unas quince personas esperamos la salida del artista para las típicas fotos y firmas de autógrafos, discos y hasta libros. Una vez más, el maestro hizo gala de un gran sentido del humor y de un respeto máximo hacia sus fieles seguidores. Pese a su deteriorado estado físico, a las dos horas de concierto y a ser ya altas horas, nos atendió a todos sin ninguna prisa y visiblemente contento de tenernos allí esperando su salida, algo por lo que hasta nos dió las gracias ¡él a nosotros!

     En definitiva, una noche mágica en compañía de uno de los más grandes genios que jamás ha dado el género de la canción de autor en nuestro país y fuera de él. Una gran manera de reflexionar a la intemperie justo antes de ejercer nuestro derecho democrático de votar...o no. Esperemos que aún tengamos más ocasiones de poder verle encima de un escenario. ¡Grande Aute, maestro, genio y figura!