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lunes, 21 de marzo de 2011

Mi humilde visión de lo que está ocurriendo en Libia


     Ocho años después, y seguimos en las mismas. España entra en una guerra injusta impuesta por los EE.UU.. Evidentemente, muchas cosas han cambiado...pero para llegar de nuevo al punto de partida. En 2003 Bush, republicano, convenció a Aznar, del PP, para invadir Irak con el pretexto de impedir a Saddam Hussein que utilizase unas armas de destrucción masiva que no existían. En 2011 Obama, demócrata, ha hecho lo mismo con Zapatero, del PSOE, para impedir un genocidio en Libia. Qué coincidencia: los mismos signos políticos en ambos casos: derechas en 2003 e izquierdas en 2011. En ambos casos, partiendo de pretextos diferentes, se llega a un mismo interés común: el petróleo. Porque la pela es la pela. Y de eso los políticos entienden, y mucho.

     España está interviniendo militarmente en Libia junto a EE. UU., Gran Bretaña, Francia y el resto de salvadores de la libertad y la democracia mundiales. En teoría, dicen, buscan acabar con un dictador que está masacrando a la población civil de su país. Porque Gadafi ahora es el malo de la película. Eso interesa. Después de 43 años en el poder y de relaciones "comerciales" con Occidente, intercambiando petróleo por armamento (el mismo, por cierto, con el que dicen ahora que está aniquilando a sus propios paisanos, ¡fíjate tú!), la situación ha cambiado. ¿Qué más dará que en estos 43 años haya asesinado, hecho desaparecer y detenido injustamente a sus compatriotas? Qué más dará que haya promovido atentados terroristas en el extranjero o que haya sufragado a las guerrilas de media África, con Sierra Leona o Liberia a la cabeza, solo por poner un par de ejemplos? Todo eso tiene disculpa, ¿verdad? Aunque lo haya hecho con ayuda de Occidente en forma de armas y de mirar para otro lado... Todo eso daba igual, hasta ahora. El quince por cien del petróleo que importa España proviene de Libia, uno de los países que más armamento compra, a su vez, al gobierno español. ¡Qué curioso, verdad!   

     ¿A quién está masacrando Gadafi? A los civiles, dicen desde Occidente. En realidad, se refieren al grupo rebelde de Bengasi, milicianos que disponen de carros de combate y antiaéreos capaces de derribar aviones. Sin duda, nada que se pueda comparar a los rebeldes pacíficos que consiguieron los triunfos revolucionarios de Egipto o de Túnez hace un mes escaso solo manifestándose. ¿Quiénes son estos rebeldes "civiles" en realidad? En este artículo de Ramón Lobo en el blog del diario "EL PAÍS" queda claro. Se trata de una lectura muy recomendable. Pero para quien no tenga ganas o tiempo de leer mucho más aparte de este artículo se lo puedo resumir fácilmente: son uno de los contingentes más numerosos que se ofrecieron voluntarios para invadir Irak hace ocho años. Y además, antigadafistas. Es decir, que se les debía una, para entendernos.
    
     De todo ello podemos afirmar de forma categórica que lo que está pasando en Libia no es una revuelta islámica más, como parecía en un principio, sino una guerra civil en toda regla entre los partidarios de Gadafi y los opositores de su régimen. Los aliados occidentales intervienen allí cumpliendo una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, algo que los que apoyan la intervención en Libia tratan de enarbolar como una bandera de justificación que suponga una diferenciación bien clara respecto a lo ocurrido en Irak hace ocho años, cuando se invadió aquel país sin el apoyo de esta lúgubre institución internacional. Como si la ONU no estuviera desligitimada y falta de sentido por estar, precisamente, en manos de EE. UU. y sus países amiguetes.

     ¿A esos civiles armados hasta las cejas es a quienes pretende salvar la coalición democrática occidental? Desde Libia, Leonor Massanet, una psicóloga y farmacéutica española residente allí, nos está contando estos días una realidad bien distinta a la que nos están mostrando-bombardeando desde el gobierno y los medios de comunicación de este país. Su blog personal es altamente recomendable en un momento como este.

     Gobierno y medios de comunicación están "vendiéndonos la moto" una vez más, como ya pasara en 2003 durante la guerra de Irak. Gadafi, evidentemente, es un dictador aniquilador de su país. Pero también hay dos verdades igual de ciertas: ha contado con el beneplácito internacional durante estos 43 años y los rebeldes tampoco son santos precisamente. Y lo peor de todo, entre el mandamás, los rebeldes "civiles" y la coalición internacional, ¿qué quedará de Libia finalmente? Lo de siempre, destrucción y penuria para "poca ropa".

     Y, por cierto, para acabar con el plano internacional: esos "civiles" rebeldes antigadafistas también son antiamericanistas, lo cual les convierte en una compañía de guerra muy dudosamente recomendable. Como comenta en su artículo Ramón Lobo, la apuesta occidental es muy arriesgada y puede conllevar todavía mayor sufrimiento al pueblo libio en forma de una guerra mucho más larga y sangrienta de lo que habría sido como una guerra civil interna. Otro tanto más que apuntar a esta injusta guerra en la que España vuelve a participar.

     Para acabar, una última reflexión a nivel de nuestro país. Gadafi ha amenzado con emprender acciones en intereses mediterráneos. ¿Qué pasará si España vuelve a ser azotada por el terrorismo islámico y ocurre una desgracia como la que hubo en la estación de Atocha hace ahora siete años? Ciertamente, la posibilidad de que ello ocurra es muy limitada. Pero, ¿y si ocurriera? ¿Qué haríamos? ¿Votar al PP pata castigar al PSOE, repitiendo errores del pasado? Pues no, porque el PP ha apoyado al gobierno de Zapatero en su decisión de tomar parte en la acción contra Gadafi.

      El partido liderado por Rajoy vuelve a equivocarse de nuevo, sin duda. Pero al menos muestra una cierta coherencia en sus decisiones. Apoyaron la guerra de Irak y lo vuelven a hacer en Libia. Igual sucede con Izquierda Unida. Fueron los más críticos con la decisión de Aznar en 2003 y vuelven a serlo hoy contra las medidas de Zapatero.   

     Sin embargo, el PSOE ha cambiado radicalmente de opinión en estos ocho años. Las guerras antes más injustas le parecen ahora las más dignas y humanitarias. Lo mismo cabe decir de "los de la ceja". Han olvidado aquel famoso y magnífico discurso del "NO A LA GUERRA" del 2003. ¿Esperáis grandes manifestaciones esta vez? ¡Pues apañados váis! En fin, una pena que en pleno siglo XXI valga más un barril de petróleo manchado de sangre que todo un país, muerto y destruído...